Salir de casa es cada día más peligroso. Los peatones por las aceras de todas las calles y los conductores por la calzada con sus vehículos y los clientes en la barra de los bares, todos, todos, cada vez más y más cabreados.
A falta de un enemigo real con quien meterse, se pueden liar a tortazos con el más cercano y a falta de alguien para liarla se pueden cabrear y pegar hasta con su sombra. Lo tenemos crudo.
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